Luis Moya Blanco y el «edificio transatlántico»

El pasado 10 de junio se celebraba el 116º aniversario del nacimiento de Luis Moya Blanco. A lo largo de sus 85 años de vida, Moya Blanco fue docente, investigador, catedrático y arquitecto de numerosas construcciones. Entre ellas, se encuentra el «edificio transatlántico». Es decir, el Colegio Mayor Chaminade.

 

CMU Chaminade vista aérea

Vista aérea del Colegio Mayor Chaminade durante su construcción en los años 60.

Para el 25º Aniversario del Chami, allá por 1991, se editó un libro que conmemoraba las bodas de plata del Colegio. A día de hoy casi no quedan ejemplares, así que si tienes la ocasión de dar con uno, encontrarás en las primeras páginas un epígrafe titulado de forma inusual. O quizá no inusual, pero sí curiosa.

Después de todo, Un edificio con forma de transatlántico no es precisamente lo que esperamos leer cuando hablamos del Colegio Mayor Chaminade.

Sin embargo, no va desencaminado. Nuestro querido Chami tiene nada más y nada menos que forma de buque. Forma de buque y de hache, no nos olvidemos. Visto desde arriba, el Colegio presenta dos pabellones conectados en el centro por un brazo de edificio y dos pequeños jardines internos a babor y a estribor.

La construcción del Chaminade corrió a cargo de Construcciones San Martín, S.A. La inauguración tuvo lugar en 1966, estando el edificio todavía de obras. Por aquel entonces, se ubicaba en la calle Límite (más tarde denominada Paseo de Juan XXIII) y marcaba la frontera entre Ciudad Universitaria y el resto de Madrid.

Pero si hay una figura relevante que debemos mencionar al hablar de la concepción del nuestro Colegio Mayor, esa es la de su arquitecto. Porque no se trataba de cualquier arquitecto. El diseño del Chaminade le fue encargado a uno de los «maestros modernos» que tenía España en aquellos momentos.

Nos referimos a Luis Moya Blanco.

 

El hombre de las contradicciones

Luis Moya Blanco con Eugenio D'Ors

Luis Moya Blanco con Eugenio d'Ors. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Fondo Martín Santos Yubero.

En su tesis doctoral titulada La arquitectura de Luis Moya Blanco, Antón Capitel (por entonces Antonio González Capitel) dice que el arquitecto de la Universidad Laboral de Gijón era «mitad mito, mitad anti-mito». La gente lo admiraba y, a la vez, era incapaz de comprenderlo. No hace falta más que ver su semblante inescrutable en las fotos que nos ha cedido para este artículo el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Nacido en el seno de una familia acomodada, de raíces madrileñas, vascas y mexicanas, Moya Blanco llevaba la arquitectura y las matemáticas en la sangre. Su padre, Luis Moya Idígoras, era ingeniero de caminos, y su tío, Juan Moya Idígoras, era catedrático en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y académico de Bellas Artes de San Fernando.

Podría decirse que Moya Blanco siempre antepuso la arquitectura a cualquier creencia e ideología. Y él vivió muchas: durante su vida experimentó el régimen monárquico, la Segunda República, el Franquismo y la Democracia. Con esta trayectoria, no es de extrañar que sus 85 años estuvieran plagados de complejidades y contradicciones.

Su familia, de ideología conservadora, votó a favor de la Monarquía en las Elecciones Municipales de 1931, ya que tenía una vinculación profesional a la Corona. No obstante, tras el cambio político y la declaración de la Segunda República, Moya Blanco no participó activamente en política, ni se afilió a ningún partido.

Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Moya Blanco sería encarcelado en la “checa” de Santa Isabel y liberado más tarde por no tener antecedentes políticos. Ingresaría en la C.N.T. (curiosamente, con ayuda de contactos falangistas, según Capitel) y desde el Sindicato Metalúrgico se dedicaría a conservar y proteger edificios y talleres.

Finalizada la guerra, Moya Blanco idearía su Sueño arquitectónico para una exaltación nacional, destinado a ser un monumento de corte religioso al soldado desconocido. Más allá de sus connotaciones ideológicas, la aceptación del proyecto hubiera supuesto que hoy en día la skyline de Madrid fuera muy distinta: una enorme pirámide se alzaría por encima de la ciudad.

Bienvenida de Luis Moya Blanco a la Academia de Bellas Artes

Acto de bienvenida de Luis Moya Blanco a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Fondo Martín Santos Yubero.

A partir de los años cuarenta, Moya Blanco se convertiría en la personalidad de la que tenemos constancia hoy. Fue catedrático de «Composición I» en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, arquitecto conservador de la Biblioteca Nacional y miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desarrolló en estas décadas su característico estilo: un clasicismo español contemporáneo que repudiaba la modernidad y que, frente a la escasez de materiales en la posguerra, hacía un uso excepcional del ladrillo.

La labor de Moya Blanco estaría colmada a lo largo de su vida de premios, encargos y numerosas publicaciones, muchas de ellas de acceso público a día de hoy.

Pero si hay una etapa de la vida de Moya Blanco que queremos destacar, esa es la década de los sesenta. No sólo porque fue la época en la que idearía nuestro Colegio Mayor, sino porque sería nombrado director de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Y, siguiendo la tradición establecida para dicho director, se convertiría en catedrático de la asignatura «Proyectos V». Es decir, en profesor de nuestras primeras promociones de colegiales.

 

La «cárcel de alabastro»

No es de extrañar que el Colegio Mayor Chaminade le fuera encargado a Moya Blanco. Después de todo, él mismo había sido alumno del Colegio Nuestra Señora del Pilar en Madrid, perteneciente a la Compañía de María. Gracias a su vínculo personal con los marianistas, Moya Blanco aceptó de buen grado sus encargos: desde la iglesia de Santa María del Pilar (Madrid) hasta la capilla de Santa María de Gredos (Ávila).

Tras diseñar el Chami en 1963, Moya Blanco seguiría de cerca las andanzas del Colegio, hasta el punto de dictar en nuestro Salón de Actos su última conferencia: La inventiva en la Arquitectura. Esta ponencia tuvo lugar el 12 de mayo de 1986 y se enmarcó dentro del ciclo La ciudad contada, dirigido por el profesor José Manuel Sanz de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.

No obstante, la obra de Moya Blanco para con el Chami no quedó indisputada. El antiguo colegial Rafael Morillo le dedicó al arquitecto la irónica crítica titulada La cárcel de alabastro. En ella, Morillo simula un juicio a Moya Blanco en el que dice:

Luis Moya Blanco - La geometría de los arquitectos griegos pre-euclidianos portada

Portada de "La geometría de los arquitectos griegos pre-euclidianos", de Luis Moya Blanco.

En el Chaminade, a tantos de tantos del sesenta y tantos, reunidos los diversos miembros del Tribunal superior alabastrino de las altas letras de este Colegio Mayor, sometemos a juicio al que dice llamarse Luis Moya, de profesión sus casitas.

Resultando que en las últimas fechas el encausado se dedica a levantar colegios mayores por esas tierras de Dios; que, en esta ocasión, al fichar el acusado por la SM, le tocó la china al Chami; que el encartado confundió a los inquilinos del Colegio Mayor con vulgares conejillos de indias;

Resultando que aventuró la errada tesis de que tanto profanos como levitas tenían afanes marineros; que cuando proyectó el salón de actos tenía sobre la mesa demasiadas cajas de cerillas; que las ventilaciones de los cuartos de baño más parecen frigoríficos que ventilaciones;

Resultando que la viguería de la capilla jugaría mejor papel en la Tour d’Eiffel que donde está; que las víctimas del acusado son ya lo suficientemente mayorcitas como para jugar al escondite de rincón en rincón;

Resultando que el encausado ha sido nombrado recientemente rey del alabastro y aquí se es más bien republicanos;

Resultando que si seguimos con los resultandos nos va a salir barba, este Tribunal de las altas letras y los bajos números condena al banquillo a copiar 100 veces la Ley Orgánica del Estado y a permanecer trece días y una hora en la cárcel de alabastro de nuestro Mayor. Mas considerando que fue antiguo alumno marinista y que el pobre ya sufrió bastante con ello, este Tribunal se retira a deliberar para rebajarle la condena.

 

La ruta Moya Blanco

Más allá del juicio personal que se pueda hacer de Moya Blanco, se trata de un arquitecto que ha estado detrás de algunos de los edificios más emblemáticos de España.

Luis Moya Blanco leyendo discurso

Luis Moya Blanco leyendo su discurso de bienvenida a la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Fondo Martín Santos Yubero.

Además de la Universidad Laboral de Gijón y del Chami, Moya Blanco es autor de edificios como la Iglesia de San Agustín (Madrid), la Iglesia de la Virgen Grande (Torrelavega), la Universidad Laboral de Zamora (hoy I.E.S. «Universidad Laboral») y el Museo de América (Madrid), proyecto diseñado junto con Luis Martínez-Feduchi. Asimismo, participó en la construcción del emblemático edificio Capitol (Madrid) y en la reforma de la fachada del Teatro Real que da a la Plaza de Oriente.

Su discurso de recepción en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, titulado La geometría de los arquitectos griegos pre-euclidianos, tuvo contestación del escritor, ensayista y crítico de arte Eugenio d’Ors. El texto, que data de noviembre de 1953, se encuentra hoy en día disponible en la biblioteca del Chami.